NO LE DIO LA GANA

Podría quejarse de que el trabajo no era el de su vida...pero no le dio la gana.

Podría quejarse de sus canas que ya comenzaban a superar en número a sus cabellos castaños…pero no le dio la gana.

Podría quejarse de las arrugas de su frente o de sus sienes…pero no le dio la gana.

Podría quejarse de Juan, de Pedro o de Luis…pero no le dio la gana

Podría quejarse hasta de los kilos de más que pedían paso a través del nuevo ojal de su cinturón…pero no le dio la gana.

Podría quejarse de Cupido, de Valentín o hasta de San Dionís…pero no le dio la gana.

Ya era tarde para quejas.

Ya se había despojado de ellas.

Ya llevaba enfundado el traje de Feliz y sonriente...y estaba dispuesto a lucirlo y a usarlo

ME QUIERE, NO ME QUIERE

Me quiere, no me quiere....

Los pétalos seguro que no mentirían, bien es cierto que quizá se tratase de demasiada responsabilidad para una simple margarita, pero al fin y al cabo cual era su cometido sino el de confirmar este tipo de cosas.

Me quiere, no me quiere…

Por qué de estas dudas, por qué de esta incertidumbre, por qué incluso de esta consulta floral.

Me quiere, no me quiere…

Se lo habían dicho mil veces, del derecho, del revés, susurrando, a gritos, incluso de palabra y hasta por escrito.

Me quiere no me quiere…

La tensión crecía y el miedo hizo acto de presencia a medida que el número de sies se reducía a casi la mínima expresión. Solo le mantenía un hilo de esperanza el saber que el número de noes también menguaba a la misma velocidad.

Me quiere, no me quiere…

Apenas dos o tres opciones.

Me quiere, no me quiere…

cerró los ojos no quiso saber de antemano el resultado del escrutinio.

Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere…

Y entonces todas las dudas desaparecieron.

Sonó el timbre.

Dejo caer la margarita medio desnuda en la cama.

Miro por la mirilla.

Detrás él.

Y entre los dos.

Además de una puerta y una mirilla.

Un ramo enorme de rosas rojas, perfectamente vestidas, y un lazo alrededor de ellas con un te quiero.

La estación de la vida.

OCURRIÓ QUE

Ocurrió que aquel pasaporte no se sacó del cajón.

Ocurrió que aquella habitación quedó huérfana de sus presencias.

Ocurrió que nunca pidieron la cuenta de aquella cena romántica.

Ocurrió que sus pies no pasearon descalzos por la orilla del mar.

Ocurrió que sus brazos no se abrazaron.

Ocurrió que sus besos no se besaron.

Ocurrió que su cuerpos permanecieron fríos, solos y distantes.

Ocurrió que no ocurrió lo que quisieron que ocurriese.

Pero sin ellos saberlo y desde la distancia…todo ya estaba ocurriendo.

QUERIDA VIDA

Querida vida, me armo de valor para escribirte estas letras y echarte en cara cuanto y cuanto mal me estas haciendo.

Has de saber que en algún momento, y no se muy bien por qué, te despistaste de mi, comenzando sin mas a darme la espalda.

Me tratas mal cada vez que llego a casa y mi mujer me cuenta lo mal que se portaron los chicos...aunque bien es cierto que antes tuviste la enorme generosidad de regalármelos.

Pero te olvidas de mi al traerme problemas al trabajo...aunque es verdad que me permites tenerlo y realizarme con él.

No obstante me dejaste de lado cuando decidiste alejar a mis padres y hermano...aunque los reencuentros ciertamente son maravillosos y a cambio de ello me permitiste disfrutar de otra familia que me hace ser feliz.

Se que sibilinamente me estas intentando convencer de lo contrario, pero no podrás negarme que me acercaste personas a destiempo, y te odio por ello...aunque todas me aportaron mucho y seguro que yo a ellas también.

Eso si nunca te perdonaré por haberme hecho enamorarme cuando ya no tocaba...aunque quien soy yo para decidir cuando toca o no toca, y sin ti desde luego nunca habría vuelto a sertir lo que sentí.

Nada mas que reprocharte, por todo ello…GRACIAS VIDA.

Se despide un loco agradecido.